Ojito Ve

Cada mañana, los noticieros de los canales de televisión nacional, nos despiertan con el seguimiento a la muerte de la cantante de cumbia Edita Guerrero Neira cuyo caso pasó de un deceso natural a un presunto brutal asesinato en manos de su esposo Paul Olórtiga.  Literalmente amanecemos con Edita y anochecemos con Edita, en una vorágine que no tiene cuando acabar. La hemorragia de noticias en torno a la artista piurana distrae de hechos más trascendentes que merecerían  cobertura de los medios de comunicación.  Lo más sospechoso es el interés del mismísimo Fiscal de la Nacional del país que ha salido hasta en dos oportunidades a explicar los resultados de la necropsia practicado al cadáver de la cantante. Si por cada mujer muerta en este país en manos de su cónyuge, el Fiscal de la Nación saldría a los medios, tendríamos a una autoridad más mediática que el mismo controvertido Ministro del Interior. Qué interés habrá de por medio. Resulta por decir lo me

Fue el primer vendedor de jugos de la Ciudad de San Ignacio, su baja estatura, su abdomen circular y sus grandes zapatos, hicieron de él un singular personaje llamado don Alejo Paz.  Para nosotros, siempre fue el tío Alejito en cuya juguería no sólo disfrutamos de un sabroso jugo de plátano y papaya- los más cotizados por cierto- sino de una charla amena y coloquial. Me atrevería afirmar que fue el primero en utilizar una licuadora en toda la ciudad. Su ruidoso sonido alertaba de la preparación de una bebida de frutas con la pizca exacta de la famosa algarrobina y miel de abeja que custodiaba en grandes pomos de vidrio. Era usual ver las bancas de su juguería repletas de asiduos consumidores en su mayoría hombres de campo aprovisionados de sombreros para protegerse del inclemente sol. Un juguito calmaba la sed y los proveía de nutrientes que difícilmente encontraría en los productos del campo. Su juguería, como él, era singular. Licuaba los jugos en el frontis del