CRUCIFIXIÓN EN TIEMPOS MODERNOS
Con el Domingo de Ramos la comunidad cristiana inicia las celebraciones por Semana Santa, la fiesta más importante del año en la que recuerda la pasión, muerte y resurrección de nuestro Señor Jesucristo.
Cada año nos conmueve la maldad, el sadismo y la crueldad con que el Nazareno fue sometido frente a creyentes y no creyentes, la penitencia camino al monte calvario y su penosa agonía tras ser clavado en la cruz.
Nos sigue horrorizando el daño físico y espiritual al Rey de los Judíos, sin embargo, con la misma saña seguimos crucificando a Jesús en estos tiempos modernos, donde el hombre juega a ser Dios, con todo el avance científico y tecnológico logrado.
Seguimos crucificando a Jesucristo con la "droga" que día a día envuelve a más jóvenes en su telaraña, matando sus proyectos de vida, ilusiones y expectativas. Mientras las mafias que las comercializan se fortalecen con poder y dinero.
Seguimos crucificando a Jesucristo con la "prostitución" que daña la esencia misma del ser humano quien es tratado como un objeto sexual sin sentimientos, avasallando su dignididad y espiritualidad.
Seguimos crucificando a Jesucristo con la "pornografía" que ha encontrado su mejor aliada en la tecnología envolviendo a niños y niñas en actuaciones por demás deplorables y condenables, que atentan contra su inocencia y derecho a ser protegidos por la sociedad.
Seguimos crucificando a Jesucristo con la "explotación y trata de personas", la nueva exclavitud del presente siglo, que transgrede un derecho tan fundamental como la libertad, inherente al ser humano, proveniente de un mandato divino.
Seguimos crucificando a Jesucristo con la "delincuencia" en todos sus extremos y modalidades que dañan la propiedad, la salud y vida de las personas que viven en una sociedad regida por leyes, con derechos y deberes.
Seguimos crucificando a Jesucristo con el "daño ambiental" ocasionado por el hombre con sus actividades cotidianas que contaminan el aire, el suelo y el agua, recursos que debe cuidar para asegurar la sostenibilidad del planeta para las generaciones venideras.
Seguimos crucificando a Jesucristo con el "engaño y la mentira" que ha traspasado el entorno personal y familiar y se ha institucionalizado en las altas instancias de gobierno, trayendo consigo más pobreza y atraso en los sectores más vulnerables de nuestra sociedad.
Tal vez hay muchas más acciones con las que continuamos crucificando a Jesús, por lo que en estas celebraciones por Semana Santa no sólo recordemos el pasado, sino que nuestra reflexión alcance el presente y el futuro, preguntándonos si este es el mundo que deseamos legar a nuestros hijos y nietos. Que este año, la Pascua de Resurrección sea la esperanza de un renacer para todos.
Cada año nos conmueve la maldad, el sadismo y la crueldad con que el Nazareno fue sometido frente a creyentes y no creyentes, la penitencia camino al monte calvario y su penosa agonía tras ser clavado en la cruz.
Nos sigue horrorizando el daño físico y espiritual al Rey de los Judíos, sin embargo, con la misma saña seguimos crucificando a Jesús en estos tiempos modernos, donde el hombre juega a ser Dios, con todo el avance científico y tecnológico logrado.
Seguimos crucificando a Jesucristo con la "droga" que día a día envuelve a más jóvenes en su telaraña, matando sus proyectos de vida, ilusiones y expectativas. Mientras las mafias que las comercializan se fortalecen con poder y dinero.
Seguimos crucificando a Jesucristo con la "prostitución" que daña la esencia misma del ser humano quien es tratado como un objeto sexual sin sentimientos, avasallando su dignididad y espiritualidad.
Seguimos crucificando a Jesucristo con la "pornografía" que ha encontrado su mejor aliada en la tecnología envolviendo a niños y niñas en actuaciones por demás deplorables y condenables, que atentan contra su inocencia y derecho a ser protegidos por la sociedad.
Seguimos crucificando a Jesucristo con la "explotación y trata de personas", la nueva exclavitud del presente siglo, que transgrede un derecho tan fundamental como la libertad, inherente al ser humano, proveniente de un mandato divino.
Seguimos crucificando a Jesucristo con la "delincuencia" en todos sus extremos y modalidades que dañan la propiedad, la salud y vida de las personas que viven en una sociedad regida por leyes, con derechos y deberes.
Seguimos crucificando a Jesucristo con el "daño ambiental" ocasionado por el hombre con sus actividades cotidianas que contaminan el aire, el suelo y el agua, recursos que debe cuidar para asegurar la sostenibilidad del planeta para las generaciones venideras.
Seguimos crucificando a Jesucristo con el "engaño y la mentira" que ha traspasado el entorno personal y familiar y se ha institucionalizado en las altas instancias de gobierno, trayendo consigo más pobreza y atraso en los sectores más vulnerables de nuestra sociedad.
Tal vez hay muchas más acciones con las que continuamos crucificando a Jesús, por lo que en estas celebraciones por Semana Santa no sólo recordemos el pasado, sino que nuestra reflexión alcance el presente y el futuro, preguntándonos si este es el mundo que deseamos legar a nuestros hijos y nietos. Que este año, la Pascua de Resurrección sea la esperanza de un renacer para todos.
Comentarios
Publicar un comentario