CON EL AMÉN EN LA BOCA
Viajar
en mototaxi es cosa de locos. Los conductores no respetan ni las
señales de tránsito ni las normas mínimas que se exige cuando se
lleva pasajeros a bordo.
Se
meten por dónde quieren, aprovechan el menor descuido de los ticos o
combis para zambullirse y escaparse de los atolladeros que se forman
en los cuellos de botellas de las principales arterias.
El
pasajero va con el amén en la boca como diria mi abuelita que en paz
descanse por las constantes imprudencias que cometen a vista y
paciencia de todos, incluidas las féminas policías que dirigen el
tránsito.
Vaya
a saber usted si estos conductores de vehiculos menores tienen
licencia de conducir o su SOAT al día que pudieran cubrir un
eventual accidente de tránsito.
Los
sufridos pasajeros además saltan como pelotas de pin pon cuando los
imprudentes conductores, sucumben entre los huecos de las maltratadas
pistas.
Ni
que decir del exceso de velocidad, pareciera que disputan un torneo
internacional con un jugoso premio pecuniario.
La
ciudad está literalmente invadida por mototaxis, vehículos que algunas veces son
utilizados por los hampones para cometer sus fechorías y apoderarse
de lo ajeno. Y ahora quién podrá
salvarnos, de seguro ni el Chapulín Colorado.
Más
vale andar prevenido y tomar precauciones para evitar ser víctimas
de robo o sufrir un aparatoso accidente que pudiera costarnos la
vida.
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