MUJERES NO LLOREN POR MÍ, LLOREN POR USTEDES


«Hijas de Jerusalén, no lloréis por mí; llorad más bien por vosotras y por vuestros hijos. Porque llegarán días en que se dirá: ¡Dichosas las estériles, las entrañas que no engendraron y los pechos que no criaron! ...... (Lc 23,28-31), proféticas palabras pronunciadas por Jesús rumbo al Calvario.

Qué misterio encierran las palabras de Cristo pronunciadas aquel día de su crucifixión. Sin duda la respuesta está en el corazón de cada mujer que tiene la dicha de ser madre, cumpliendo con la divina misión procreadora encargada por Dios. 

Ser madre es una mixtura de alegrías y tristezas, de risas y llantos, de esperanza y desesperanza, de lucha y resignación. Qué madre no ha sufrido a la hora del parto, en ese desafío de cara a la muerte, demostrando valentía y coraje, con el sólo afán de traer victoriosa un hijo a este mundo.

Cuánto diera una madre para evitar el sufrimiento de un hijo, pesares que inevitablemente  deberá afrontar en este mundo lleno de injusticias, odios y violencia.  Si una madre tuviera la facultad de canjear su vida por la de su hijo, sin duda lo haría, sin embargo, ese papel no le fue encomendado.

Las madres de todo el mundo, tienen en María, madre de Jesús un ejemplo de vida.  Ella fue una madre buena, humilde, obediente y sabia, que supo sortear cada sufrimiento a la altura de la responsabilidad que asumió con valentía, fortaleza y coraje. 

Desde la presentación del niño Jesús en el templo, María supo del sufrimiento que tendría que afrontar al escuchar de boca de Simeón la profecía que "Siete espadas atravesarían su noble corazón". Sin embargo, esta revelación no la amilanó, por el contrario, con discreción, paciencia y entereza presenció la pasión y muerte de su hijo en el Monte Calvario.

Tal vez el pasaje más conmovedor de la película "La Pasión de Cristo" fue la escena cuando María presenció la caída de Jesús cargando la pesada cruz. De inmediato vino a su recuerdo otro pasaje donde Jesús niño caía y encontraba su mano como apoyo. Nos causa admiración aquel papel sereno, afable y humilde que cumplió María en la vida de Jesús. 

Hoy en día cuando rezamos el Avemaría, con la frase .... "bendita eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre Jesús..." reafirmamos nuestra admiración  por esta Santísima mujer que no rehuyó a su destino, sino que enfrentó con valentía la misión divina revelada por el Angel Gabriel en la ya famosa Anunciación.  

Cuando una espada atraviese nuestro corazón por alguna acción equivocada de nuestros hijos e hijas, evoquemos a María, aquella santa mujer que nos dio ejemplo de vida, y recordemos aquellas proféticas palabras de Jesús con las que  nos advirtió que el papel de madre no sería nada fácil.

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