LA VIDA POR MI VENTANA
A
través de mi ventana
veo la vida pasar. Observo la imagen del Cristo Redentor que se
levanta con los brazos extendidos desde lo alto del cerro Cruz de la
Esperanza, pareciera que busca proteger a su pueblo católico, en un abrazo
fraterno y solidario.
Veo
la obra de una Iglesia
evangélica que honra al Señor cada
sábado en su templo,
que apuesta por
la educación de niños
y jóvenes en
su escuela cristiana, y
que con apoyo financiero del exterior levanta lentamente
una nueva construcción.
Veo
una Iglesia
mormona que ofrece sus instalaciones para la práctica del deporte en
horario diurno y nocturno queriendo proteger
a la juventud de los
vicios que aquejan
a la sociedad.
Veo
las malas prácticas agrícolas
por el uso de agua
servida para el riego de plantas de tallo
bajo
que luego son introducidas al mercado local poniendo en serio peligro la
salud de los consumidores.
Veo
una guarida de consumidores de droga que han adoptado una acequia
como su hogar, aquí
anochecen y amanecen en su mundo de fantasía y éxtasis.
Veo
a los gallinazos planear en busca de su próxima presa entre la basura acumulada en los descampados producto de la ausencia del camión recolector.
Veo
a las aves volar y trinar, posesionándose de los árboles que se
levantan en las áreas verdes del
condominio que crecen generosamente gracias al esmerado cuidado de los jardineros.
Veo
a insectos llamados
comúnmente
“caballines” revolotear en época de lluvia, fortaleciendo sus
frágiles alas, formando una gran comunidad que van y viene
jugueteando en el espacio.
Veo
a los jornaleros madrugar para llegar a tiempo a su trabajo, a universitarios caminar presurosos rumbo a
sus centros superiores de estudio y a madres que jalan a sus hijos para alcanzar la
movilidad escolar.
Veo nuevas edificaciones y negocios, veo un mundo dinámico que
se mueve y se renueva mostrando lo bueno, lo malo y lo feo de nuestra
sociedad producto del mismo accionar de sus habitantes.
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