Los tulipanes africanos ponen color a las deterioradas calles de Chiclayo

 

Aunque la mayoría de calles y pistas de Chiclayo se encuentran en mal estado debido a las pésimas gestiones municipales de los últimos años, hay un elemento que contrasta con este triste panorama: unos árboles imponentes que, con su colorido, embellecen y llenan de vida la ciudad. Nos referimos a los tulipanes africanos, cuya floración aporta un estallido de color naranja que alegra las áreas verdes y nos hace olvidar, al menos por un instante, el abandono urbano.

Chiclayo, la Heroica y gran piloto del norte —como orgullosamente se entona en el himno de Alfredo José Delgado Bravo— todavía guarda rincones de belleza, y estos árboles son prueba de ello.

Los tulipanes africanos, que florecen con notable intensidad, pueden observarse a lo largo de avenidas como Zarumilla, Bolognesi, Salaverry, José Balta, entre otras arterias importantes de la ciudad.

Confieso que hasta hace poco no me había detenido a admirar su hermosura. Hoy, en cambio, disfruto contemplar su colorido con calma, maravillado por la nitidez de sus formas, que nos recuerdan la grandeza de la naturaleza y de su Creador.

Si tan solo las autoridades municipales valoraran más la conservación de las áreas verdes, la vida en Chiclayo sería menos estresante y gris. El polvo que flota constantemente por el mal estado de las pistas y la ausencia de una barrera vegetal que lo filtre acentúa la sensación de abandono en la que está sumida nuestra ciudad, a causa también del pésimo sistema de recojo de los residuos sólidos.

Ahora que Chiclayo es conocida a nivel mundial gracias a la mención del Papa León XIV —quien, en el momento cumbre de su asunción como líder máximo de la Iglesia Católica, tuvo la generosidad de nombrarnos—, deberíamos aspirar a mostrar una mejor imagen.

Así que, la próxima vez que camines o transites por alguna avenida, busca los tulipanes africanos. Admira su belleza, su color y su majestuosidad. Estas plantas, que pueden alcanzar gran altura, también florecen con igual vigor cuando son pequeñas. Esa paradoja nos recuerda que, incluso en medio del deterioro, la vida siempre encuentra una forma de florecer.

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