MI ABUELITA CANDELARIA

La fiesta de la Virgen Candelaria se celebró el pasado 2 de febrero y Puno se vistió de gala para honrar a su patrona. Mi familia recordó el cumpleaños de mi abuelita Candelaria, a quien recuerdo como una mujer luchadora, sufrida y empeñosa. Pese a todas las dificultades que encontró en la vida supo salir airosa. La evoco detrás de su mostrador repleto de medicinas, entre cajitas grandes y pequeñas, frascos y pastillas de todos los colores. Mientras esperaba a sus clientes leía un grueso libro que contenía la relación de los fármacos, su uso y cura. Era la boticaria de San Ignacio y el pueblo le tenía “ley” por sus aciertos en la curación de los diversos males que aquejaban a la gente del campo. Su botica se llamaba “Virgen del Carmen” y se ubicaba en pleno corazón de la ciudad, frente al parque principal. También recuerdo su pan de yema, cafecito y tamalitos calientes que nos ofrecía en los lonches de las 5 de la tarde. Ni que decir de las largas misas dominicales y los rosarios que rezaba de rodillas, cada lunes en el cementerio del pueblo. Velaba a sus padres, hermanos y jamás dejaba de visitar la tumba del padre Albacete, a quien consideraba milagroso. El ritual se repetía cada semana. Sólo su corazón herido la derrotó a sus ochenta y tantos años, un mes de octubre, mes morado mientras nos visitaba en Chiclayo. Se fue de este mundo, causando mucho dolor, sobre todo a mi madre que la acompañó hasta el último minuto de su vida. La muerte la sorprendió durmiendo, se fue en paz, recibiendo los santos óleos como manda la iglesia. Sólo nos queda su recuerdo y su ejemplo. Hasta siempre abuelita Candelaria, que Dios te tenga en su Santa Gloria.