LAS NUBES DE MI CHICLAYO
Desde el inicio de la temporada de lluvias, el cielo chiclayano se halla inundado de nubes de diversas formas y volúmenes. Aunque antes no era habitual mirar al cielo porque casi siempre nos topábamos con un sol radiante, hoy es casi una necesidad distraer nuestra mirada en el firmamento para predecir una nueva tormenta. El cambio climático ha hecho que nuestro cielo migre a un cielo serrano, cargado de gotas de agua en suspensión que amenazan con precipitarse en cualquier momento. Las divisamos desde tempranas horas y las despedimos al atardecer. Hay blancas como la nieve, otras de oscuro presagio que nos llenan de temor. Los chiclayanos fungimos de meteorólogos cuando las auscultamos advirtiendo que si una gran nubosidad cubre el este, sur o norte, está lloviendo en tal o cual ciudad, nos alegramos si están dispersas, nos preocupamos si se concentran, y aún más, si oscurecen el día. Mi hija juega con ellas tratando de descubrir figuras que se fo...