JUAN PABLO II, EL BEATO DE TODOS


El papa peregrino ha sido beatificado. Más de un millón de personas se congregaron en Roma para apreciar tal vez uno de los acontecimientos más importantes de la iglesia católica. Juan Pablo II fue el papa más democrático y querido por todos. Karol Wojtyla fue el papa de los jóvenes, de los más pobres, de los desposeídos, de los desplazados, de los excluidos, de los ignorados, de los abandonados. Su rostro trasmitía santidad, su sonrisa una dulzura especial y su mirada una paz interior. La feligresía tuvimos en Juan Pablo el pastor ideal que nos guiaba con su ejemplo, generosidad, tolerancia y sabiduría. Conocimos un poquito de Karol Wojtyla con su llegada al Perú. Los chiclayanos nos contentamos con saludarlo a través de espejos cuando cruzó el cielo de nuestra ciudad. Con seguridad nos echó sus bendiciones desde las alturas. Lo vimos reír, orar y morir. Ya anciano, con su salud debilitada y resquebrajada por las penosas enfermedades que sufrió, siguió con su misión pontifical, hasta aquel día que partió para siempre del mundo terrenal. Hoy lo vemos camino a la Santidad, convertido en beato con todos los honores y con toda justicia. No se ha escuchado ninguna voz discrepante en torno a su rápida ascensión a los altares de la Iglesia. Gracias santo Padre por quedarte entre nosotros, gracias Juan Pablo por tu vida dedicada a los demás, gracia Karol Wojtyla por haber unido al mundo con tu singular forma de ser, de amar y de entrega continúa. Gracias padre peregrino por haber existido.

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