ARGUEDAS POR SIEMPRE


Cuando leí “Todas las Sangres” de José María Arguedas me conmovió mucho la contraportada en el que el mismo autor narraba pasajes de su vida llena de sufrimiento, marginación, odio y soledad, episodios que marcaron su destino. José María Arguedas se suicidó 2 de diciembre de 1969 . Hoy cuando el país celebra los 100 años de su nacimiento, vale la pena recordar en palabras del mismo autor su biografía:
“Voy a hacerles una confesión un poco curiosa: Yo soy hechura de mi madrastra. Mi madre murió cuando yo tenía dos años y medio. Mi padre se casó en segundas nupcias con una mujer que tenía tres hijos: yo era el menor y como era pequeño me dejó en casa de mi madrastra, que era dueña de la mitad del pueblo; tenía mucha servidumbre indígena y el tradicional menosprecio e ignorancia de lo que era un indio, y como a mí me tenía tanto desprecio y tanto rencor como a los indios, decidió que yo había de vivir con ellos en la cocina, comer y dormir allí. Mi cama fue una batea de ésas en que se amasa harina para hacer pan, todos las conocemos. Sobre unos pellejos, y con una frazada un poco sucia, pero bien abrigadora, pasaba las noches conversando y viviendo tan bien que si mi madrastra lo hubiera sabido me habría llevado a su lado, donde sí me hubiera atormentado”.
OBRAS
Su producción narrativa comprende: Agua (1935), Yawar Fiesta (1941), Los ríos profundos (1958), El Sexto (1961), Todas las sangres (1964) y El zorro de arriba y el zorro de abajo (1971). En este homenaje donde el mismo Gobierno le negó la denominación del año, podemos evocar el recuerdo de María Arguedas leyendo uno de sus insignes obras.

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