VIOLENCIA DESMEDIDA


Ocho personas han muerto durante la semana por la violencia desatada en Huancavelica y Puno, sur del Perú, por la creación de una universidad y por la contaminación de una cuenca, respectivamente, ante la indolencia de un gobierno de salida que poco o nada le importa retomar el control de las zonas convulsionadas. Como si se tratara de un país sin estado de derecho, turbas violentistas incendiaron el local del Gobierno Regional de Huánuco e intentaron tomar el aeropuerto internacional de Puno recibiendo la represión de nuestras fuerzas del orden. Las noticias han dado la vuelta al mundo, en desmedro de nuestra imagen como país – echando a la borda los esfuerzos de la marca Perú- por vender un país con una gran riqueza cultural y gastronómica, pacífico y solidario. Pero la gran pregunta es quién es el culpable de tanta violencia desatada en el sur. Hay fuerzas ocultas tras estos actos o simplemente es la respuesta de un pueblo cansado de tanta marginación. Era necesaria la creación de otra universidad en un departamento donde ya tiene una, y porqué no se atiende oportunamente la demanda de una comunidad que tiene que recurrir siempre a actos vandálicos para recién establecerse una mesa de diálogo. Al parecer el Presidente Alan García Pérez, a pocos días de abandonar el poder, más le interesa inaugurar obras que escuchar el clamor de un pueblo que sangra por la indiferencia. Ojalá en el Gobierno de Ollanta Humala no se repitan otros “baguazos” por la desatención a los sectores menos favorecidos que no encuentran otra manera de llamar la atención que con violencia que derivan en víctimas inocentes.

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