ESCRIBIR EN TIEMPOS MODERNOS


“Escribo por no perder la costumbre de escribir, escribo por vocación, escribo por convicción”… ésta es la frase de introducción a mi blog www.ojitove.blogspot.com, que busca ganar un espacio en el mundo de la blogosfera, un fenómeno que va crecido cada vez más, por la persistencia de quienes quieren compartir sus conocimientos, socializar y expresar sus emociones con otras personas con actividades afines o ajenas al quehacer del bloguero. En este soporte virtual los profesionales de la comunicación tenemos un riquísimo mundo por explorar, y por supuesto, estamos en la obligación de marcar la diferencia por nuestra capacidad innata para relacionarnos con nuestro entorno.
Un comunicador, periodista o relacionista público como quiera llamársele al profesional que ejerce la comunicación desde cualquier frente, nunca debe claudicar a escribir, a exponer sus opiniones y aportar con su crítica constructiva.
Si bien en estos tiempos modernos, los medios audiovisuales seducen a las nuevas generaciones de comunicadores con su tecnología, su inmediatez, su impacto y espectacularidad, los cimientos y su formación están sin duda en la escritura. Los comunicadores debemos estar preparados para redactar texto siguiendo una secuencia lógica y ordenada, desarrollar nuestra capacidad de síntesis frente a un cúmulo de información y agudizar nuestro sentido crítico de la realidad, del entorno que nos rodea.
El vertiginoso avance tecnológico nos sorprende con frecuencia con sus nuevas innovaciones para mantenernos estrechamente comunicados, formando redes, sociedades virtuales, entre otros nexos, siendo testigos excepcionales de una nueva revolución que viene cambiando la historia universal. Hoy en día se han roto las barreras del tiempo y la distancia. La información fluye a través de los medios de comunicación masiva y la internet, ventana virtual que nos permite acceder a las redes sociales, a los blogs, a sitios webs, a buscadores, en fin, a todos los espacios posibles que nos nutren con variada información con sólo hacer un clic en el mouse de nuestro ordenador.
Esta vorágine nos motiva hacer un alto y mirar atrás, hacia los orígenes, para reflexionar sobre los retos y desafíos, pero sobre todo para regresar a la esencia misma. San Juan en su evangelio nos dice “el principio fue el verbo y el verbo se hizo carne y habitó entre nosotros”... frase recogida por muchos autores que tratan de responder la gran interrogante de por qué el hombre siente la necesidad de escribir, de comunicarse, de plasmar sus emociones y vivencias, y lograr que éstas perduren en el tiempo.
La Sagrada Biblia, el libro más vendido del mundo, desde su primera edición reproducida en la imprenta de Gutenberg, es la obra mejor escrita de todos los tiempos, destacando las famosas crónicas de los evangelistas que nos ilustran sobre la vida pública de Jesús. Los comunicadores tenemos en este documento histórico una fuente de inspiración y guía, de singular valor.
Para el famoso escritor Gabriel García Marquez el “escribir sale del alma”. Sus célebres obras nos han llevado por mundos inimaginables muchos de ellos extraídos de la realidad, de sus vivencias y experiencias. El Premio Nobel de Literatura se forjó en el periódico El Espectador, nació en las canteras del periodismo escrito, en tiempos en los que la máquina de escribir, era la única herramienta que utilizaban para plasmar sus noticias. Hoy a sus 83 años de vida lamenta que el periodismo actual se haga deprisa, “por lo que los periodistas no pueden pensar mejor lo que escriben”, refiere. Por ello es raro encontrar notas o reportajes que sean "auténticas joyas", concluye.
Para el novelista peruano, Mario Vargas Llosa, galardonado recientemente con el Nobel de Literatura, escribir “es su pasión, un vicio y una maravilla”. Nuestro compatriota ejercicio el periodismo a los 15 años en el diario La Crónica especializándose en el reporterismo y la investigación. Sin duda su paso por la prensa escrita marcó su vida y alentó su extraordinaria vocación de escritor.
El novelista norteamericano Ernest Hemingway – recordado por su obra maestra “El Viejo y el Mar”, sólo tenía cuatro reglas para escribir, las mismas que le fueron proporcionadas cuando era un reportero novato en el Kansas City Star en 1917. Estas son: usar oraciones cortas, usar párrafos cortos, usar un lenguaje vigoroso y hablar en positivo y no en negativo. En resumen, Hemingway escribió con un sencillo genio y nos dejó una gran enseñanza a los comunicadores de todas las generaciones.
¿El arte de escribir nace o se hace?, se preguntan algunos académicos que intentan descubrir el origen de esta habilidad, y la respuesta es obvia: se nace y se hace. Sin duda muchos notables hombres de letras vinieron a este mundo con una pluma bajo el brazo y otros se fueron forjando en la práctica con empeño, perseverancia, disciplina y pasión. Dos vertientes que nos llevan a un solo camino: el arte de escribir.
Los géneros periodísticos nos ofrecen una variedad de formatos para plasmar la realidad. A través de la noticia, la crónica, el reportaje y artículos de opinión, cada uno con características propias y peculiares, nos permiten mostrar hechos trascendentes, de interés general y desde distintos puntos de vista.
Aunque la televisión y la radio nos cautiven con su magia, los comunicadores no nos podemos dar el lujo de renunciar a escribir, porque nuestra esencia, formación y origen viene del arte de las letras. Del papel a la palabra, de la palabra a la imagen y de la imagen al mundo virtual. O visto desde otro ángulo, podemos añadir a la reflexión, la evolución de las herramientas: de la pluma a la máquina de escribir y de la máquina de escribir a las computadoras cada vez más pequeñas y funcionales.
Hoy en día, los comunicadores tenemos todas las herramientas para desarrollar nuestras potencialidades y habilidades en el ejercicio de una de las profesiones más apasionantes del mundo, donde las letras y las palabras, bien combinadas, conjugadas y ubicadas coherentemente harán atractivas los textos y relatos puestos a disposición del público. Podemos elegir cualquiera de las especialidades de nuestra preferencia de acuerdo a nuestras aptitudes, pero jamás debemos claudicar a forjarnos en el arte de escribir.

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