PEQUEÑOS GRANDES MILAGROS


A veces suceden hechos en nuestras vidas que lo atribuimos al azar o la coincidencia sin darnos cuenta que tal vez se traten de pequeños milagros concedidos por Dios Padre a quien recurrimos en momentos de gran necesidad.
Y lo digo, por un hecho singular que me tocó vivir hace unos días cuando mi pequeña Luciana enfermó del estómago. Desde siempre, es decir, a sus escasos 2 años y ocho meses- no aceptaba tomar jarabes por muy ricos que pudieran parecer – incluido los sabor a fresas u otras frutas- generando una resistencia a prueba de balas. Ni por las buenas – con todas las promesas que pudiera o no cumplir, ni por las malas – con gritos o nalgadas. Lo cierto es que cada enfermedad era un martirio para nosotros- sus padres - que sufrimos al verla decaída sin la bulla que genera cuando nada le aqueja.
Esta reciente enfermedad – de las tantas que tendrá que padecer en su infancia - fue un nuevo desafío, es así que ante la negativa de los médicos para recetarle una inyección – so pretexto que son traumáticos para los pequeños pacientes- había que insistir con los "benditos" jarabes que casi siempre dejan un sabor amargo que perdura por varios minutos en las papilas gustativas del paciente.
Esta vez, nuevamente a la carga de la pequeña Luciana que como todas las veces puso feroz resistencia, seguida de una pataleta. Mortificada por su actitud invoque a Dios para lograr mi cometido. A regañadientes aceptó, sin embargo, para sorpresa mía la próxima dosis la tomó sin mayor objeción y hasta colaboró para no hacer más dramática la escena. Desde ese día toma los jarabes sin mayor problema. Ahora nadie se explica el cambio repentino. ¿Qué ocasionó que ello sucediera?. A ciencia cierta no sabemos. Como diría un huachimán de un comercial de Tv "desconozco mayormente". Algunos más razonables dirían que tal vez entendió que tiene que tomar medicina para mejorar su salud. Sin embargo, yo le atribuyo a esos pequeños milagros que suceden en nuestras vidas y que nos negamos a reconocer que son de procedencia divina. Si alguna vez te ha sucedido hechos sin explicación atrévete a contarlo y a reconocer que los milagros sí existen, y por supuesto no olvides atribuir el crédito a nuestro Padre Celestial.

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