PARA QUE QUIERO UN HÉROE SI NO TENGO A MI HIJO
Sabías palabras de don
Dionisio Vilca luego de encontrar a su hijo descuartizado en la
selva de La Convención, tras caer en combate en la sangrienta guerra que libra
el Estado contra los narcoterroristas apoderados del VRAE.
De qué valen ahora los
honores policiales, si el joven falleció desangrado esperando un rescate que
nunca llegó, de qué vale ahora que una calle lleve su nombre si nunca más
volverá al barrio que lo vio nacer, de qué vale ahora que los responsables
políticos sean censurados si no volverá a la vida.
Para qué don Dionisio quiere
un héroe, que finalmente quedará en el olvido como los tantos policías anónimos que
han muerto en el VRAE, en la Curva del Diablo, en el Moqueguazo o en el Bosque
de Pomac.
Para qué el país quiere tantos
héroes que han dejado desconsolados padres, viudas y huérfanos, quienes ni
siquiera reciben una pensión digna para cubrir sus necesidades materiales, ya
que el afectivo es irreparable.
Mientras la televisión
mostraba a don Dionisio recogiendo el cadáver de su hijo, surgía las preguntas de dónde
está el Gobierno y dónde está su institución policial que sin remordimiento ni
pena dejó a uno de los suyos en manos del enemigo.
Cuando César Vilca agonizaba
en una cueva de la selva, abandonado y sólo, los altos mandos policiales
seguían diseñando estrategias desde sus cómodas oficinas, mientras el policía
exhalaba su último aliento, los ministros de Estado del Interior y de Defensa
buscaban argumentos para cubrir sus mediocridades e incompetencias,
cuando César Vilca cerraba los ojos de este mundo, el mandatario de la Nación
hablaba de una operación “impecable”.
Lo más patético es que los
responsables operativos y políticos de la cadena de errores y desaciertos, son incapaces
de reconocer que existe una crisis ministerial, que es necesario rediseñar la política
antisubversiva para evitar que más Vilcas sigan muriendo sin piedad en el VRAE.
Cuántos jóvenes de 22 años tendrán que ser acribillados para que el Gobierno
despierte de su modorra. Ojalá suceda un día de estos para tranquilidad de las
familias que tienen entre sus miembros un policía o un militar.
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