RING DE BOX SE TRASLADA AL CONGRESO
Otra vez se hace noticia desde el Congreso. No se trata de otra polémica ley, ni de un nuevo escándalo descarado de nuestros Padres de la Patria, quienes han cometido memorables infracciones mereciendo con justeza inolvidables apodos como comeoro, robacable, planchacamisa, lavapies, mataperro, comepollo, entre otros. Esta vez se trata de la asidua visitante y amiga del actual régimen, Nancy Obregón, quien cual Kina Malpartida Arremetió contra un fotógrafo de Perú 21 que osó tomarle fotos en el pasillo del Parlamento. Muchos nos preguntamos, ¿se justifica la reacción desmedida de la ex legisladora frente al “acoso” del hombre de prensa que sólo cumplía con su trabajo?. Algunos quizás, piensen que sí y otros que no. Sin embargo, el pasado violento de la Obregón la condena. Ayer los medios, refrescaron la frágil memoria colectiva, pasando el video donde se le ve golpeando a diestra y siniestra luego de la aprobación del Tratado de Libre Comercio (TLC) con los Estados Unidos. También pasaron la agresión verbal a una periodista vía teléfono. Sin querer menospreciar la capacidad de la ex dirigente cocalera, se le cuestionó por su contratación como “gestora” del Congreso dónde es obvio que ingresó por su cercanía al presidente del Legislativo, Daniel Abugattas; y al mandatario Ollanta Humala. Como siempre primó la dedocracia para su incorporación al mencionado programa que fracasó por su evidente tendencia política. Doña Nancy, si bien ahora es una ciudadana común y corriente, no está exenta de críticas, ni de la fiscalización de la prensa, más aún cuando la mencionada señora ejerce aún influencia sobre una institución del Estado que es de todos los peruanos. Prueba de ello es que su hija, sin los títulos que la acrediten, forma parte del personal del Legislativo. Es mejor que doña Nancy mejore sus modales y posturas, por el bien de su nombre e imagen, pues reacciones como las suyas en un país marcado por la violencia, no le hace bien a nadie. No podemos ir por el mundo tirando puñetazos y patadas porque la cara del fotógrafo o camarógrafo que nos enfoca no nos gusta. La bravuconada de doña Obregón es sólo una anecdota más del vejado y maltratado Poder Legislativo.
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