HASTA SIEMPRE QUERIDA IRENE
La partida
de Irene Sosa de Vargas nos deja un gran pesar. Era una mujer que
inspiraba respeto por su carácter y personalidad. La conocí cuando me
desempeñaba como presidenta del Club de Leones Chiclayo "El
Pacífico", reconociendo en ella a una socia leona ejemplar apasionada por el
servicio.
En ese
época, Irene a pesar de ser nueva en el leonismo, ocupaba el cargo de jefa de
Zona D-1 y formaba parte del entonces novel Club Ciudad Ecocadora integrada por
notables mujeres de Lambayeque, club que ella misma fundó y que por su
liderazgo fue elegida como la primera presidenta.
Me inculcó
la creación de programas con nombres sugerentes tal como lo hizo al interior de
su institución donde formó los proyectos "Poniendo alegría en el
silencio" y "Merezco un nombre".
Siguiendo
su ejemplo creamos los programas "Abriguemos a nuestros niños" y
"Un libro, una esperanza".
Irene nos
acompañó en nuestra primera jornada un 30 de agosto, Día de Santa Rosa de Lima.
Pese a ser feriado llegó puntual a la cita. En el asentamiento humano
"Miguel Grau", no sólo fue testigo de la actividad sino que participó
activamente distribuyendo ropa a los niños y adultos que se congregaron en el
lugar. Buscando una gráfica de esa ocasión encontré ésta que acompaño a este
relato dedicado a esa gran mujer, esposa, madre y profesional.
Era
obstetriz del Hospital Belén de Lambayeque, donde estoy segura se desempeñó con
la misma pasión y profesionalismo como lo hizo en el leonismo donde dejó huella.
Era una
leona exigente en su acción. La recuerdo últimando los detalles para la
inauguración de su monolito en la avenida Ramón Castilla, la recuerdo empeñosa
en unir a los leones para construir un hospital en Lambayeque y promoviendo el
evento de talentos para que cada león mostrara sus cualidades artísticas.
Me
enternecía su trato especial hacia mi padre a quien trataba con respeto y
cariño. "Luchito", le decía cada vez que se dirigia a él. Justamente
cuando éste ocupó el cargo de Jefe de Región, Irene al igual que Mabel Juarez
fueron su brazo derecho para cumplir a cabalidad con su labor.
Era una
mujer apasionada, fuerte y de caracter. Sólo un virús de esos que ingresan al
organismo con afán destructivo pudo acabar con su disciplinada vida.
Irene
partió hacia la eternidad, dejándonos una profunda tristeza, pero un gran
ejemplo y grato recuerdo de su paso por el leonismo. Hasta siempre querida
Irene que Dios te acoja en su Santo Reino, desde donde seguirás iluminando el
accionar de tus compañeros y compañeras leones.
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