SOBREVIVIENTES DE LA PROFECÍA MAYA


Se acaba el 2012 con su vendaval de acontecimientos positivos y negativos registrados en el mundo, en el país, en la ciudad, en el trabajo, en el barrio, en nuestra vida profesional y personal.

Se acaba el 2012 con la sensación que el tiempo avanza a ritmo del tren bala, que todo tiempo pasado fue mejor (dándole la razón a Jorge Manrique), y que el mundo anda patas arriba.

Se acaba el 2012 con la certeza que logramos sobrevivir a la profea de los Mayas, a los terremotos, huicos, inundaciones, accidentes de tránsito, violencia, inseguridad ciudadana, al calentamiento global y a las nuevas enfermedades del siglo.

Se acaba el 2012 con la bendición de haber sorteado a las combis asesinas, la imprudencia de las mototaxis y taxis, los buzones sin tapas y las estropeadas pistas.

Se acaba el 2012 habiendo salido airosos de la crisis económica, los bajos sueldos, las deudas con los bancos, el pago de las pensiones del cole y la U, así como de los excesivos gastos navideños que nos dejan con los bolsillos exprimidos.

Se acaba el 2012 con el remordimiento que pudimos haber hecho mucho más por el país, por la ciudad, por el barrio o por la familia ya que si otros no toman la iniciativa nosotros deberíamos hacerlo para ser protagonistas del gran cambio (sin alusión a ningún partido político).

Se acaba el 2012 con la satisfacción de haber sobrevivido a la vorágine tecnológica que nos mantiene interconectados y paradógicamente cada vez más aislados.

Se acaba el 2012 con la tristeza que muchos partieron al más allá con sus buenas y malas acciones, al recibir un certero balazo de manos de un sicario o de un avezado delincuente; o tal vez perecer bajo las llantas de un vehículo o por enfermedades mortales como el cáncer o el SIDA.

Se acaba el 2012 con la frustración de no haber logrado alcanzar una mejor calidad de vida, de no realizar el viaje de nuestros sueños, de no habernos atrevido a cambiar de trabajo y de dejar de luchar por nuestro ideal.

No obstante, recibimos el año 2013, con ilusión, esperanza y buenas vibras sabiendo que una nueva oportunidad se abre paso, y sobre todo, agradeciendo a Dios por permitirnos seguir viviendo para volver a empezar dándonos renovada energía para reconstruir nuestro proyecto de vida y descargar la vieja mochila llena de odios, rencores y temores, cuyo peso nos impide avanzar con diligencia, agilidad y prontitud. 

Que el año 2013 sea el año de todos los que aún creen y luchan por construir un mejor mundo para las generaciones venideras.

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