LAS HISTORIETAS DE BENEDETTO



Sin televisión que nos dañara el cerebro, con programas como Laura en América, Magaly TV o el Valor de la Verdad, las historietas y fotonovelas eran nuestro pasatiempo favorito que nos extraía del mundo real.

A pocos metros de nuestra casa en San Ignacio, vivía nuestro amigo Benedetto, hijo mayor del matrimonio Cuaguila. Su padre era un respetable policía en actividad y su madre una aficionada a la jardinería en cuya huerta crecian exóticas dalias, pomposas hortensias y aromáticas rosas que inundaban el ambiente con olor celestial. Cuando ingresabas a su territorio literalmente lo hacías al paraíso terrenal.

Benedetto tenía una envidiable colección de historietas de los más famosos personajes de ficción. Desde Archie, el pecoso adolescente que pasaba una y mil aventuras con sus amigos, hasta Tamakún el fortachón vengador errante que luchaba por su vida.

Los comics más memorables eran La Pequeña Lulú, Periquita, Lolis la Gordis, el conejo Bugs Bunny, Porky, el Pato Lucas, Rico Ricón, Daniel el Travieso, Pato Donald, Scooby Doo, Andanzas de Aniceto, Tío Rico, Aventuras de Capulina, Tom y Jerry, Memin, Super Ratón, entre otros. De aventuras, el Zorro, Santo, el enmascarado de plata; el Hombre Araña, Superman, Batman, la Mujer Maravilla, Kalimán, y los Cuatro Fantásticos.

Tenía novelas como Susy, Secretos del Corazón; y fotonovelas que incluían a famosas actrices como Edith Gonzáles, ícono de la telenovela mexicana. Además de libros de aventuras y novelas sin figuras para echar a volar la imaginación.

Cada vez que Bene- como lo llamaban de cariño para sintetizar su peculiar nombre- tenía en sus manos el último número de su historieta favorita, ofrecía a viva voz prestarla como prueba irrefutable de su amistad, con la única condición de no compartirla con nadie más. Mi hermana Chabuca y yo, devorábamos las sedosas páginas que aún conservaban el olor a imprenta .

A diferencia del padre de Bene, el nuestro prefería incentivarnos con lecturas más científicas. Hubiera querido vernos leyendo los gigantes libros, de tapas gruesas empastados en azul, rojo y plomo que formaban parte de las enciclopedias de nuestra biblioteca que ocupa un lugar preferenciar en nuestra casa.

Mi hermana y yo, o como diría mi hermano Lucho, las hermanitas Tuco y Tico, ironizando con gracia y buen humor nuestra estrecha relación fraternal al compararnos con el comic de dos cuervos inseparables, guardamos gratos recuerdos de aquella época dorada de fantasía y aventuras de personajes de ficción que años después cobraron vida en el cine y la televisión.

Benedetto, quien hoy viste el uniforme policial siguiendo la huella de su padre, es un amigo de aquellos que quedan perennizados en los recuerdos de infancia, y aunque el destino se haya encargado de alejarlo de nosotras hacia otros confines, vuelve siempre a nuestra memoria en las largas tertulias que sostenemos, más aún cuando después de muchísimos años aparece posteado en el facebook.


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