"YO LIMPIO CHICLAYO"
Voy
a bordo de una combi, una pasajera extrae de su bolsillo un paquete de
galletas que va mordisqueando a lo largo del trayecto. Cuando extrae
el último bocado arroja por la ventana el envoltorio que es llevado
por el viento sabe Dios a qué rincón del planeta que día a día se
asfixia por la desidia de sus habitantes. Para la mayoría de
pasajeros este acto pasa desapercibido y para los que tenemos la
capacidad de indignarnos, simplemente callamos.
Cuál
es la responsabilidad que nos compete como ciudadanos, más allá si
la autoridad edil cumple o no con la limpieza pública, si la
cooperación internacional se aleja espantada por la corrupción, si
los obreros en vez de recoger los residuos con eficiencia priorizan
el reciclaje en beneficio propio, entre otras situaciones que rodea
el sistema de acopio y disposición final de los residuos sólidos.
Realmente
somos conscientes del rol que como ciudadanos, con derechos y
deberes, nos compete dentro de una sociedad civilizada y moderna, que
ha evolucionado con la industrialización, la tecnología y
declaraciones universales.
Qué
papel debemos asumir los ciudadanos de a pie que sufrimos las
consecuencias de una peligrosa contaminación que se respira en el
ambiente, y por la que tenemos responsabilidades, en menor o mayor
grado. Con frecuencia miramos la paja en el ojo ajeno sin advertir la
viga que tenemos en el nuestro. Somos feroces para criticar a los
"responsables" del servicio público municipal pero
suavecitos para hacer un mea culpa.
Porqué
no volteamos la tortilla diciendo "Doy el ejemplo, Yo limpio
Chiclayo", sería una buena iniciativa de conciencia ambiental y
ciudadana. A nivel mundial, las redes sociales han comenzado a mover
el reto #TrashTag Challenge, (Reto etiquetar basura), que consiste en
limpiar de residuos sólidos un lugar de tu entorno y publicar el
antes y el después de ese momento. Meses atrás, inmigrantes
venezolanos, limpiaban playas y ríos, en agradecimiento por haber
sido acogidos en el Perú. Creemos que "sí se puede", como
decía el estribillo que alentó al Cienciano alzarse la Copa
Sudamericana del 2003 y la Recopa Sudamericana del 2004.
Deberíamos
empezar por casa, educando a nuestros hijos y enseñándoles que la
basura no se arroja a las calles sino en contenedores, que la basura
se recicla y forma parte del tercer componente de las famosas 3R
(reduce, reutiliza y recicla) y que desde nuestra posición de
ciudadano podemos contribuir con la limpieza pública.
Despertemos
del adormecimiento, de la larga modorra, de la indiferencia que nos
embarga. Recobremos la capacidad de indignarnos, de rebelarnos y de
protestar, no en las calles donde generaremos más desorden, desechos
y congestión, sino en la casa, en la cuadra o en la urbanización,
PPJJ o AAHH donde vivimos.
Organízate con tu familia, tus vecinos y
amigos. Chiclayo, la Ciudad de la Amistad, la tantas veces Ciudad
Heroica, merece ser salvada por sus habitantes, sean propios o
foráneos. Recobrar el sitial de "Piloto del Norte y orgullo de
nuestro país", está en nuestras manos.
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