#DÍANUEVE Y NO ASIMILO



Llegamos al noveno día de aislamiento social y no asimilo que un microscópico e invisible enemigo llamado Coronavirus haya puesto en jaque a la humanidad vulnerando su seguridad y su permanencia en el planeta.

No asimilo que en España e Italia la pandemia arrase diariamente con centenares de ciudadanos, que los servicios de salud y los crematorios hayan colapsado, que los ancianos sean desconectados de los ventiladores mecánicos para salvar a los más jóvenes y que exista la campaña “el derecho a decir adiós”.

No asimilo que en el Perú se haya decretado el aislamiento social, pidiendo insistentemente a los ciudadanos que no salgan de sus casas para frenar el contagio masivo, que usen mascarillas, que mantengan la distancia de un metro y se laven las manos constantemente con agua y jabón.

No asimilo que sabiendo nuestra vida en peligro, salgan a pasear al perro, a jugarse una pichanguita, a tomarse unas cervezas "caletas" y desafien a la autoridad en el horario de inmovilización obligatoria de 8 de la noche a las 5 de la mañana.

No asimilo que la osadía de un adolescente abofeteado por un militar sea más protegida que el principio de autoridad que pretendía imponer en las calles, siendo retirado por su propia Institución Militar, obviando la consigna que las órdenes se cumplen sin dudas ni murmuraciones.

No asimilo que una periodista de Televisión con poses de diva quiera ningunear a la autoridad que exigía sus papeles en pleno “toque de queda”, levantando la voz y llamando por celular al “general del aire”, transmitiendo el mensaje que está por encima de la ley.

No asimilo que para comprar el pan tenga que hacer una larga cola con mascarilla, guardando distancia de más de un metro, que los taxistas, mototaxistas y motociclistas, igualmente, cubran su boca y su nariz, y que las calles estén desérticas.

Nos creíamos todopoderosos, infalibles, invencibles y superiores a todos los seres vivientes, desafiamos a la naturaleza con soberbia, torpeza y arrogancia, hoy estamos pagando las consecuencias de nuestros grotescos errores. Esta apocalíptica enfermedad nos ha reunido en familia, ha frenado nuestra estresante rutina, ha quietado nuestros afanes y ha postergado nuestros proyectos. 

El COVID-19 ha logrado lo que muchos no podían, inmovilizarnos, reunirnos en torno a la mesa familiar, replantear el sentido de nuestra vida y mirar con nostalgia aquellos días de libre tránsito sin enemigos al acecho. #QUEDATEENCASA.    

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