LOS DESAPARECIDOS
Entre las tantas historias que escuché contar a mi padre, que dicho sea de paso, es un campeón narrando anecdotas, una me conmovió en particular. Su primo Justo Flores Sueldo desapareció cuando sólo tenía 8 años. Con la anuencia de sus padres, un tío lo llevó de vacaciones pero en el trayecto el pequeño se desanimó y pidió retornar a casa. El tío lo embarcó en el tranvía que lo conduciría a su domicilio, sin embargo nunca llegó a su destino. Cuando pasó el período vacacional un telegrama demandando su retorno recién puso en evidencia su desaparición. A partir de allí se inició una infructuosa búsqueda. Lo cierto es que nunca más volvieron a tener noticias de su paradero. Sus padres llevaron hasta su tumba la incertidumbre de no saber qué pasó con su menor hijo. Si Justo viviera hoy tendría cerca de 80 años. Tal vez estaría rodeado de sus hijos y sus nietos, en algún lugar del Cuzco, su tierra natal. Como él cientos de miles de peruanos han desaparecido sin dejar rastro. En el Perú, a t